viernes, 30 de abril de 2010

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VIVALDI:

Hace 332 años nacía Antonio Vivaldi es uno de los más grandes compositores de música de todos los tiempos, vivió entre el 4 de marzo de 1678 hasta el 28 de julio de 1741, era apodado el cura rojo por ser sacerdote católico tener el cabello pelirrojo.

De las más de 770 obras que compuso las más famosas son Las cuatro estaciones, una serie de conciertos para violín y orquesta. Obra que hizo historia, ya que rompió con el paradigma del Concerto Solli, en el cual el instrumento solista llevaba todo el peso de la melodía y la composición, y el resto de la orquesta se limitaba a ejercer el acompañamiento.

LA ROMA SANGRIENTA:

Al pensar en Roma suelen aparecer instantáneamente conceptos como democracia, civilización, esplendor, imperio. La sociedad romana fue una sociedad que implicó todas esas cosas, y muchas más, pero pocas veces nos detenemos a reflexionar realmente sobre la crudes de sus espectáculos; no siempre se recuerdan los horrores que deliberadamente se llevaban a cabo sólo para divertir al pueblo romano. Quizá este sea el motivo que convierte a los espectáculos romanos en una de las actividades más sangrientas y horribles de la historia.

En líneas generales, se contaban tres categorías de espectáculos.

1) Las carreras de caballos se celebraban en el Circus Maximus, ampliado continuamente desde Julio César y con una capacidad de… ¡260.000 espectadores!, se cruzaban apuestas entre las cuatro facciones de espectadores en que estaba dividido el público, cada una con un color: azul, blanco, rojo y verde. Muy similar a nuestros actuales hipódromos.

Tenemos noticias de los éxitos de muchos aurigas, famosos por su audacia, que murieron muy jóvenes. Diocles era una excepción: auriga de la facción roja, sobrevivió a más de 3.000 victorias, a 1.462 en cuádriga, y se retiró en el año 105, después de amasar una fortuna.

2) La capacidad de los teatros no permitía albergar multitudes tan numerosas. En ellos se destacaban las pantomimas, actores que mezclaban a la vez el canto y la danza, y el puro y simple mimo.

El repertorio de los teatros no se mantuvo siempre en lo clásico, sino que fue mutando, degradándose cuando algunos emperadores decadentes autorizaron suplicios y torturas auténticos, a condenados a muerte, como se vio en épocas de Nerón, Domiciano, y otros déspotas.

3) El aliciente de la sangre hacia que la gente acudiera a presenciar los combates del anfiteatro. Eran los numera, un espectáculo destinado a la simple diversión a partir del año 105 a.C. El anfiteatro se transformó en el mayor monumento de la ciudad con el Coliseo ampliado por los Flavios para 50.000 espectadores.

Algunos espectáculos se parecían a las actuales y salvajes corridas de toros, pero en ellas se mataba una enorme cantidad de animales: el día de la inauguración del Coliseo fueron sacrificadas 5.000.

Las hoplomaquias se trataban de monstruosos combates de gladiadores profesionales. Reclutados entre condenados y prisioneros de guerra, y en alguna época entre los esclavos de un amo traficante de humanos, contaba también con algunos hombres libres, a quienes la miseria o la desgracias habían empujado a aceptar tan triste profesión; se convertían en homicidas de oficio, y en caso de victorias repetidas los esperaba una gran popularidad.

Los espectáculos del anfiteatro unían en un mismo nivel de bajeza a los gladiadores y al público que los contemplaba. Algunos emperadores lo sabían, e intentaron detener las matanzas, o al menos apartar de ellas a la masa, mediante juegos al estilo griego, pruebas atléticas, concursos de canto y de poesía, pero tuvieron poco éxito.

LA GUERRA DE LAS MALVINAS:

En 1833, los británicos ocuparon las islas Malvinas y débilmente mantuvieron allí una lejana colonia que desde entonces se desarrolló aislada de su centro europeo.

Dada la proximidad al ex Virreinato del Río de la Plata, y la presencia de pescadores y balleneros argentinos a principios de siglo XIX, la Argentina nunca dejó de reclamar sus derechos sobre el archipiélago. Mucho después, el 2 de abril de 1982, el litigio tomó un rumbo inesperado: tropas argentinas desembarcaron en las Malvinas invadiendo el territorio.

1982. Ese año quedará asociado para siempre en la memoria de los argentinos con la Guerra de las Malvinas. El 2 de abril, el país se conmueve con la noticia de que tropas argentinas habían desembarcado en Port Stanley (rebautizado Puerto Argentino), capital de las Islas Malvinas. La tropas lograron ocupar la ciudad, con una única baja, la del jefe del desembarco, capitán Pedro Giacchino.

Al día siguiente del desembarco argentino en Malvinas, la Primer Ministro británica, Margaret Thatcher, anunció el envío de una flota para recuperar las islas si fracasaban los intentos diplomáticos. El Consejo de Seguridad de la ONU exigió el retiro de las tropas argentinas. Naciones Unidas y Estados Unidos intervinieron como “mediadores”, pero no pudieron evitar el conflicto armado.

A fines de mayo, los británicos finalmente desembarcaron en Puerto San Carlos, y en junio los combates se desarrollaron a 20 km de Puerto Argentino. Pocos días después, tras cruentos combates, el general Menéndez, que estaba a cargo del archipiélago, y el comandante Jeremy Moore, jefe de la fuerza británica, acordaron la rendición argentina.

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